Para pensar

 Para pensar

Síntesis de la Semana

Reforma judicial
El proyecto enviado al congreso por el Presidente tiene una justificación técnica operativa irrefutable y una sospecha moral de fundamentos eminentemente subjetivos. La Justicia tiene un problema principal, es lenta, y lo tardío posee en este caso una lesividad moral altísima que perjudica a quienes esperan justicia. Esto amerita una reformulación inmediata del sistema. Hasta ahí el proyecto es operativa y éticamente inobjetable. ¿Cual es el contrapunto que posee la oposición para detractarlo? La sospecha sesgada sobre la búsqueda de impunidad y una especie de auto amnistía que buscaría el gobierno. Esta afirmación es tan subjetiva que carece del más mínimo fundamento real como la amplia adivinación y “futurólogia” que pretenden imponernos sus opositores. De hecho, con simpleza y para resguardar el axioma de la justicia en sí misma, la reforma judicial debe basarse sobre dos sencillos axiomas que han sido olvidados. El primero es “todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario” y el segundo “mejor es un delincuente libre que un inocente preso”. Si algo no funciona al ritmo que debería hacerlo, debería ser cambiado inmediatamente. Acaso de eso no se trata gobernar?


Deuda y acreedores 
El gobierno está haciendo varias jugadas que en ajedrez se dirían “magistrales”. Primero no hay opción más que reducir la deuda a su máxima expresión y alargarla al máximo posible. La razón es muy simple. Es impagable sin un altísimo costo social, económico y político. Pero esto es comprender que matemática, económica y financieramente, el pago de la deuda cómo pretenden algunos acreedores es inviable, es decir imposible. ¿Cual es la jugada magistral? Muy simple. El mundo post COVID, (ya el mundo está siendo post COVID), esta presentando muchas oportunidades de inversión con más seguridad y altas tasas de rentabilidad. Muchos de los acreedores lo saben y aceptan las condiciones del gobierno de quita o alargamiento, por el simple hecho de poder “tomar rápidamente la rentabilidad ganada y el capital” e inmediatamente invertir en aquellos mercados de oportunidad. Quedarse anclados en Argentina es perder la oportunidad de abordar nuevos mercados mejores. El gobierno lo sabe y lleva adelante una estrategia de desgaste excelente. Hasta los mismos acreedores tratan de convencerse entre sí para una salida rápida. El principal problema de la quita, reducción o alargamiento, si bien es una solución a corto plazo, es una trampa a largo plazo, ya que la confianza en la “plaza Argentina”, quedará derrumbada.  El gobierno tiene que evitar en su estrategia de desgaste a los acreedores, de establecer “la sintonía financiera fina”, de cuándo es el momento de ceder y cuando el de mantenerse firmes. Existe un momento donde a algunos acreedores les resultara más beneficioso litigar y cobrar a largo plazo que irse. Ya lo vivimos. Jamás hay que acorralar a un acreedor tanto que no tenga escape. Creo que ese momento el gobierno debe vislumbrarlo como que se encuentra próximo. Debe orientarse para detectarlo, más que por fórmulas matemáticas, sino por datos estadísticos del posible resultado de las elecciones en EEUU. El resultado  posible de estas elecciones marcará la apertura tanto como el cierre de oportunidades para los acreedores y a algunos les va a resultar más conveniente irse rápido y a otros más conveniente quedarse, pelear y como siempre sucedió, irse con altísimas rentabilidades en algunos años. Lo que es inexorable que  suceda, es el cierre de Argentina como Mercado atractivo para inversiones de tasas lógicas de retorno. Es decir, si queremos crecer económicamente necesitamos capital y los que presten serán cada vez menos y a su vez a tasas “desquiciadamente” altas. No hay forma de ganarla a largo plazo. 


Política Vs Crisis Sanitaria 
Este es un falso dilema. Ósea es de alguna forma el establecimiento de una falacia afirmando que una cosa depende de la otra o viceversa. Paradójicamente son dos necesidades inherentes, simultáneas y que a veces y no siempre una precede a la otra.  Primero deberíamos decir que la situación económica ya estaba destruida. Partiendo de esa base, y sumándole la crisis Covid, ahora está más largamente destruida. Es decir, si teníamos un enfermo con cancer, ahora lo tenemos igual pero con metástasis. Se dificulta la cura? Si por supuesto. Puede salvarse claro que si. Ahora bien, la pregunta principal es ¿cual sería el tratamiento? Ese es el punto crítico sobre el cual hay incertidumbre de sanacion. La gente pide conocer cual es el plan del gobierno como si en Argentina los planes se llevarán a cabo. El papel sobre el que se escriben los planes soporta todo, pero las realidades socioeconómicas y políticas destruyen cualquier plan concebido por el Napoleón de turno. Para que la economía post Covid arranque, la receta es la misma que la del pre Covid. Achicar el Estado, abaratar los costos de producción, canalizar el capital hacia inversiones estratégicas, abrir nuevos mercados, producir con valor agregado y apalancamiento sobre tasas bajas. Básicamente de manual. Imagínense que si nosotros ignoramos el manual básico de crecimiento, cómo podemos concebir un plan realizable. Es una utopía en sí mismo. El gobierno, inteligentemente, a sabiendas que la economía está destruida y que puede destruirse un poco más alargando el ciclo posible y soñado de recuperación, y que poco puede hacer en lo inmediato, está operando por líneas interiores su consolidación política territorial, dejando que la oposición se auto destruya por divisiones de liderazgo, y aprovechando este “caos bendito”, para negociar la deuda. En última y primera instancia, la crisis sanitaria es un brillante rédito político para aquellos, principalmente el gobierno, que lo sepa aprovechar.

por MARIANO TATO

Especialista en Marketing Político