“Quiero jugar el mundial”

 “Quiero jugar el mundial”

Este fue el sueño de Maradona, como lo expresa de chico, jugando en “Los Cebollitas”. A partir de ahí, aparece el ejemplo de vida. El pibe de excelentes sentimientos que, en pos de su sueño, mantiene una conducta y una disciplina que lo lleva a cumplirlo. Llega al fútbol de primera, ayuda a su familia, y finalmente, ya en España 82 inicia su participación en los mundiales. En el 86 es el artífice de que Argentina ganara ese campeonato del mundo. Vivía su sueño, disfrutaba su sueño… y en todos nosotros nacía esa auténtica admiración de sus valores, todos ellos demostrados en sus resultados. Unos valores mucho más profundos y arraigados que su enorme talento futbolístico: el amor por su familia de origen, el amor por la familia que había formado con Claudia, su novia del barrio, y las nenas; su religiosidad, y ese afán permanente por superarse, paso a paso, cumpliendo su sueño de la niñez.

Yo lloré a Diego en los 90, cuando empezó a destruir su vida, sus capacidades, y cuando no se atrevió a soñar nada más. Ahí fue cuando Diego Maradona empezó, poco a poco, a morir. No pudo encontrar un nuevo sueño que le diera valor y sentido a su vida. Lo del 25/11 fue solo la “Crónica de una Muerte Anunciada”, diría García Márquez, de alguien que ya había decidido a morir por falta de sueños. Alguien que no se cuidaba en lo más mínimo, ni dejaba que otros lo cuidaran. Por eso se empezó a rodear de oportunistas que no les interesaba tampoco cuidarlo, y empezó a alejarse de los verdaderos afectos que solo querían su bien, y que volviera a soñar.

Le agradezco a Diego Maradona ese ejemplo de vida que nos dio hasta cumplir su sueño, momento en el cual, lentamente, empezó a morir, por falta de sueños.

por JULIO BERNALDO DE QUIROS

Lic. en Administración Agraria, Padre y Docente