Reforma judicial y su medio embarazo

 Reforma judicial y su medio embarazo

Síntesis de la Semana

Yo creo que el sistema judicial hay que reformarlo. Es más, creería que una reforma le queda chica. Tal vez habría que refundarlo. Alguien debe hacerlo, y para los que creemos en la democracia, partimos de la presunción de que el gobierno obra para el bien de todos, que el sistema judicial republicano es independiente y que el poder legislativo debe debatir sus ideas y convencer con argumentos. Las investigaciones de los delitos deben ser rápidas, las sentencias deben ser expeditivas por aquellos que esperan justicia tanto como los que deben ser ajusticiados.

Los argentinos nos hemos disociado de nuestras creencias según las conveniencias propias y sobre argumentos subjetivos, es decir sobre análisis intelectuales realizados sobre nuestras creencias. De la realidad 100 metros a la derecha hubiera dicho mi padre. Entonces, si nos gusta el gobierno, lo que este haga, es bueno, noble o simplemente me agrada y apoyo. Cuando nos demos cuenta de que somos subjetivos y absolutamente sesgados, tal vez nos demos cuenta de nuestras limitaciones y hasta podamos aceptar los aciertos de otros o ser más tolerantes con sus desaciertos. Nos llamamos democráticos y nos amparamos en ella, sólo si nos gustan las ideas propias a defender en un momento o circunstancia. Eso sí, somos capaces también de defenderlas con el mayor autoritarismo argumentativo. Esa voluble y permanente contradicción fundamenta la falta de dinámica del crecimiento humano, social y nacional al que aspiramos. Somos republicanos sin entender a la república, y es por ello que defendemos las propias conveniencias del poder de turno con “justificación tiránica”. Somos como un barco a la deriva pero que navega rápido. A veces justificamos la falta de rumbo pero nos felicitamos por la velocidad. El gobierno anterior decía tener un camino definido pero poseía “aceleración estática” y sin embargo eso agradaba a muchos. ¿La razón? El subjetivismo. Hoy gran parte de la sociedad, respecto a la reforma judicial, presupone que el gobierno obra con malicia, y eso es detractar a la democracia. Si fuese la “malicia sospechada” una convicción verdadera, no saldrían a la calle con cacerolas o con banderas o bien si, porque si algo justifica la democracia es la acción de los cobardes sostenidos por la valentía de la ley, como si la democracia fuese de inspiración divina. Es decir, las convicciones de las formas detractan las convicciones sobre el sistema de gobierno. Presuponer que el poder judicial no es independiente, y que lo será aún menos, es detractar a la república. Presuponer que el mecanismo del quorum o del no quorum es detractar la calidad de las ideas de a quienes votamos y les pagamos para expresarlas con solvencia discursiva y argumentativa. A quien se le ocurriría pagarle a alguien que dice tener ideas y conocimiento político para que su mecanismo de representación sea su ausencia. ¡Así cualquiera! Los

legisladores o bien tienen ideas y argumentos con la capacidad de convencerse entre ellos o bien no la tienen. Dar o no quorum, como técnica legislativa, prácticamente sería aceptar la deficiencia del sistema y de los representantes. Son muy caros los señores representantes para esta técnica. ¿Es este un pensamiento pueril en sí mismo que dista de la realidad humana? Es probable y casi cierto. Dar o no quorum es una regla del juego que proviene de la mismísima aceptación de que no todos son buenos, no todos son capaces y no todos tienen buenas ideas o bien que todos están inmersos en la “rosca del poder” donde todos nosotros, a su vez, la miramos desde afuera. Argentina es el único país del mundo donde el “tornillo de la rosca política” no le sirve a la sociedad ni como “clavo”. Aceptamos entonces que somos todos vulnerables, éticamente, a nuestras apetencias. De esta forma aceptemos también que somos “demócratas autoritarios” si nos conviene, como también “republicanos tiranos” si nos agrada el Cesar de ocasión. No reformar la justicia y no creer en el bien mejor perseguido, es la aceptación cínica del menor mal cotidiano, mientras dialécticamente afirmamos con nuestros hechos y creencias “mantengamos lo peor por las dudas”. No se puede ser demócrata y creer que la mayoría se equivoca ni tampoco republicano y pensar que un poder puede dominar al otro. ¿Para que votamos entonces? Uno de los principales problemas que tenemos los argentinos es creer que podemos estar “medio embarazados” en nuestras convicciones. Ni podemos ni siquiera equivocarnos completamente.

La marcha del 17. Por la Libertad y contra la ley.

¡Todos a marchar el 17! Por la democracia, la justicia, la libertad, los valores democráticos y muchas más declamaciones de ocasión. ¿Qué éxito social puede lograrse marchando en el medio de una pandemia? Es una tremenda irresponsabilidad colectiva. Que forma “masivamente tibia” de demostrar “la calentura individual”, para mentes que deben estar “frías” en el medio de una crisis sanitaria donde supuestamente todos podemos morir. Si creyésemos verdaderamente que la libertad, la democracia, la justicia, la propiedad privada estuviesen en juego, nadie saldría a marchar. Cómo si marchar solucionara algo importante, tanto en la vida como en la política. ¡Ni a Ghandi le resultó! Lo que esta marcha va a “problematizar” es la situación sanitaria. Esta manifestación es una falta de compasión y de empatía. ¿Quién puede asegurar el no contagio? Nadie. ¿Vale la pena desperdiciar 150 días de esfuerzo? Estamos en cuarentena por razones sanitarias y se supone que hay que obedecer la ley, pero marchamos contra ello por las leyes que pretendemos defender. ¡Somos geniales! Es como decir “hazte libre o te mato”. Aplicaría bastante bien esta frase en una situación de pandemia marchando irresponsablemente. Es el sentimiento falso de invulnerabilidad de personas que claramente son vulnerables intelectualmente.

Si estamos en contra del gobierno ¿Por qué no esperamos a las elecciones? ¿No es ese el juego de la democracia? O esta es una forma “napoleónica” de revivir “ética y moralmente” el Waterloo de la oposición en el 2019. Les recuerdo, que el Napoleón está comprando Terra de Hermès en las ofertas de verano de perfumes de las Galerías Lafayette. ¡Qué fácil es en nuestro país “hacerse el macho con las bolas de otro”!. Usar la maravillosa significancia “Libertad” con el deteriorado significante de expresión “marchemos” es una clara muestra de la cantidad de insignificancias que alguna gente tiene en sus cabezas politizadas o extraviadas emocionalmente por un confinamiento donde justamente los estables y equilibrados encontraron o reencontraron la mayor de las libertades interiores. Esta marcha es un acto de canibalismo ético y moral, que es peor al que el deterioro de la economía actual pueda llevarnos hasta un canibalismo literal. Con este tipo de acciones devoramos los mejores valores colectivos que deben sustentarnos, el entendimiento, la empatía, la compasión y la ley.

Produciremos la vacuna contra el COVID 19.

¡Qué buena noticia! Otra vez nos salvan los países a los cuales está de moda detractar políticamente. Produciremos para toda Latinoamérica, la vacuna descubierta en Oxford, Reino Unido. Espero que todos aquellos que están en contra de las monarquías, de los sistemas liberales, del colonialismo, de la usurpación de las Malvinas, de los derechos adquiridos, de los puestos políticos por herencia (lords), etc, no estén en primera fila para vacunarse. ¡Qué fácil es tener ideales sin riesgo de vida! ¿El miedo no es zonzo no? Qué bueno si pudiéramos imitar a esas sociedades a las que nuestras convicciones demonizan mientras nuestra supervivencia justifica.

Observemos el sincretismo justificativo de los políticos o activistas “anti países prósperos”, que siempre son los más propensos a atacar la “fruta prohibida” pero no pierden oportunidad de prohibirse nada a sí mismos. Todos van a vacunarse para salvar su cuerpo gracias al “desarrollo” y así seguir enfermando a otros con sus pensamientos “subdesarrollados”. Por favor, aquellos a favor del Che Guevara y de William Wallace abstenerse.

Conferencia de Prensa Fernández – Larreta y Kicillof.

Extender la cuarentena es básicamente una decisión basada en lo siguiente: la gente sigue contagiándose, entonces la gente se enferma, los que necesitan internarse no van a tener adonde hacerlo. Simple. La gente sigue contagiándose, enfermándose y muriendo. ¿Hay más para decir? El ritmo de contagios, de enfermos y de muerte está acelerándose y más aun normalizando las actividades.

No hay mucho más para pensar ni decidir. Entendemos todos que la economía está sufriendo y que cada día, donde no hay actividad comercial, sufrimos por la subsistencia. Pero enfrentar la subsistencia es mejor que enfrentar la supervivencia. Si el gobierno tomó o no las medidas adecuadas es discutible u opinable, pero ya estamos en este camino y hay que llegar al final con la menor cantidad de daño colateral posible, más aún cuando este daño es la muerte.

por MARIANO TATO

Especialista en Marketing Político